Habia llegado el dia, que un tipo aficionado desde siempre al cine fantástico y de terror nunca antes pusiera un pie en el Sitges Film Festival era una espina que tenia clavada en mi interior y podría ser considerado una herejía, poder sacarme esa espina asistiendo al estreno de lo nuevo de mi idolatrado Terry Gilliam es casi inmejorable.
El viaje de llegada en coche a Sitges ya empezó siendo de película, mientras conducíamos de camino, a la altura de Castelldefels nos sorprende un parón repentino en la autopista, coches circulando muy lento, para nuestra sorpresa nos encontramos con una imagen digna de thriller, una moto y un coche parados en el arcen y sus dos ocupantes dándose de ostias (el motero con el caso aún puesto para darle mas salsa al asunto) imagen digna de un Crank cualquiera.
A la llegada a Sitges se produjo el milagro de la noche, conseguir apartar a 5 minutos del Auditori sin apenas buscarlo, sin saber exactamente donde ir y por puro instinto (el de mi mujer, no me colgaré medallas que no me tocan) e ignorar las indicaciones del GPS.
Tras cenar tranquilamente un Menu Zombie en el propio bar del festival nos fuimos a hacer un buen rato de cola compartida con lo mejor de este festival, su publico, había expectación por ver lo nuevo de Terry Gilliam, conversaciones cinéfilas en la cola y mucho buen humor, la entrada al Auditori donde se proyectará la película esta presidida por un precioso Piano como promoción de la nueva película de Eugenio Mira, Grand Piano protagonizada por Elijah Wood y que significó la inauguración de esta edición del festival.
Una vez ya sentados en El Auditori (imponente, por cierto) el propio Terry Gilliam se encarga de presentarnos y explicarnos la película desde el escenario, contándonos el significado que le ha querido dar y dándonos algunos detalles técnicos importantes como por ejemplo que la película no ha sido rodada en formato digital como se hace actualmente sino que se ha echo en formato «analógico» pese a haberse añadido luego varios efectos digitales, al bueno de Gilliam se le ve ya ciertamente envejecido, normal a sus casi 73 años, pero mantiene ese espíritu indomable y su sentido del humor digno de un autentico Monty Python, divirtió al publico con su espontaniedad y personalmente tras verle correr por el pasillo chocando las manos del publico no puedo mas que idolatrarle, si eso es posible, un poquito más.
Con The Zero Theorem asistimos al «regreso» de Terry Gilliam a la senda de Brazil, con un planteamiento similar y con ese toque surrealista en sus personajes y diseños que Gilliam gusta siempre de incorporar y son seña de identidad de su cine, personalmente creo que no llega al mayúsculo nivel de Brazil pero me encanta que Gilliam no pierda sus ganas de sorprender y siga al pie del cañón no dejándose caer en la autocomplaciencia.
El argumento nos cuenta la historia de Qohen Leth (Cristoph Waltz) un científico algo desequilibrado mentalmente (personaje típico de Gilliam) quien recibirá el encargo de descifrar el Teorema Cero por parte de Dirección (Matt Damon) este encargo, unido al conocer a una joven y preciosa mujer llamada Bainsley (Mèlanie Thierry) cambiara por completo la vida de Qohen y trastocara toda su existencia permitiéndole enfrentarse a sus temores y profundizar en sus problemas personales, el verdadero trasfondo de la película retrata el momento actual en el que todos, mediante nuestros smartphones, ordenadores y redes sociales estamos permanentemente conectados 24 horas al dia y 7 días a la semana.
El mundo de The Zero Theorem es una distopía donde todo esta absolutamente digitalizado y es imposible andar por la calle sin que agentes de tiendas virtuales intenten vendernos cualquier objeto, muy al estilo de Minority Report para que nos entendamos mejor.
Pese a sus 107 minutos de duración no se me hizo demasiado pesada excepto en algún momento con el chico joven quién da consejos al protagonista como si de un gurú se tratara y se hace un poco pelmazo por momentos.
Decididamente gustara a los fans de Terry Gilliam y puede resultar atractiva para cualquier aficionado a la ciencia-ficción, por mi parte necesito darle unos cuantos visionados mas para ponerme a teorizar bien sobre su argumento y su significado, y los que me conocéis sabéis que esa es una de mis mayores aficiones cinéfilas.
Primera experiencia en Sitges altamente satisfactoria y personalmente me encuentro con muchas ganas de repetir el año próximo, el ambiente genial y poder ver a uno de mis ídolos bien de cerca y escucharle hablar de la película que vas a ver unos momentos después es un lujo que a un cinéfilo como yo le vuelve loco, gracias Festival de Cine Fantastico de Sitges y hasta muy pronto.